sábado, 28 de noviembre de 2015

Argumentos teóricos y argumentos prácticos:

La conclusión que se defiende por medio de razones puede ser una creencia acerca de cómo es el mundo (un enunciado descriptivo, por tanto, que puede ser verdadero o falso) o una opinión acerca de qué debe hacerse o qué es bueno (un enunciado directivo, por tanto, que expresa un juicio de valor o una norma y no puede ser calificado como verdadero o falso). En el primer caso hablamos de “argumentos teóricos” y en el segundo de “argumentos prácticos” o “normativos”. Mientras los primeros tratan de responder a la pregunta “¿qué creer?”, los segundos tratan de responder a la pregunta “¿qué hacer?”. Los argumentos teóricos tienen premisas descriptivas y una conclusión descriptiva, mientras que los arguentos prácticos deben incluir entre sus premisas al menos una que sea prescriptiva, y la conclusión es un enunciado prescriptivo. Es un error lógico derivar un enunciado prescriptivo de premisas exclusivamente descriptivas. (Es importante tener en cuenta la diferencia entre enunciados descriptivos y enunciados directivos o prescriptivos, dado que responden a usos del lenguaje distintos. En el primer caso, tratamos de decir algo acerca de cómo es el mundo: el enunciado, por tanto, debe justarse a la realidad, para ser verdadero. En el segundo caso, el enunciado trata de modificar la realidad (dirigiendo la conducta): por tanto, el enunciado es eficaz si la realidad se ajusta (esto es, se modifica para ajustarse) al enunciado. Se dice que los enunciados descriptivos tienen una “dirección de ajuste” palabras-amundo, mientras que los enunciados prescriptivos tienen una dirección de ajuste mundo-a-palabras. 


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